El mejor conocimiento anatómico y fisiológico del prolapso, ya sea urinario, genital o rectal ha generado técnicas de reconstrucción quirúrgica pelviana que dan una solución global del problema como ha sido la colposacropexia abdominal. La posibilidad de desarrollar la intervención por vía laparoscópica aporta la ventaja de una mejor visión en la disección profunda y una recuperación más rápida de la paciente.
Esta técnica se realiza con 4-5 incisiones cutáneas pequeñas (1 cm), se realiza una disección de los espacios alrededor de la vagina (recto-vaginal y vésico-vaginal) y una vez liberada la vagina, se colocan las mallas sintéticas (habitualmente polipropileno) en su cara anterior, posterior o ambas (según el tipo de prolapso) fijándolas igualmente al istmo uterino en caso de existencia del mismo, por medio de puntos de sutura. La parte distal de estas mallas se ancla al ligamento vertebral anterior (a nivel del promontorio), permitiendo así resolver el prolapso de cúpula vaginal aparecido después de una histerectomía o el prolapso uterino -si hay que conservar el útero- de forma eficaz y fisiológica al reposicionar los órganos pélvicos en su lugar anatómico, dejando intacto el funcionalismo vaginal para la relación sexual, con resultados duraderos. Habitualmente la paciente es dada de alta en 24 h y debe restringir los esfuerzos durante un periodo de 1 mes.