La litiasis urinaria es una de las afecciones más comunes de la sociedad moderna, se calcula que un 4.6% de los españoles la padecen, siendo más frecuente en varones que en mujeres, con una mayor incidencia entre la cuarta y sexta década de la vida. La litiasis o cálculo urinario se produce en el riñón a partir de la saturación de productos químicos que se encuentran en la orina.
La clínica clásica que producen los cálculos urinarios recibe el nombre de cólico nefrítico, y consiste en un dolor agudo, que se inicia en la zona lumbar, irradiándose por el abdomen hasta las ingles o genitales, acompañado de náuseas, vómitos y sudoración.
Las técnicas de diagnóstico más habituales para detectar una litiasis urinaria son la Radiografía simple de abdomen, la ecografía y el TAC. Una vez diagnosticada la presencia de una litiasis urinaria, es importante establecer el tratamiento adecuado de la misma, que depende fundamentalmente de la localización, el tamaño y la composición del cálculo.
El tratamiento puede ser médico, para intentar que el paciente expulse la litiasis, o si es de acido úrico con alcalinizantes de la orina. También se puede tratar el cálculo urinario mediante Litotricia extracorpórea por ondas de choque (LEOC), consiste en un método no invasivo para la resolución de litiasis localizadas fundamentalmente a nivel renal. Y por último, y cada vez con mayor auge, existe el tratamiento quirúrgico, el más utilizado es la ureterorrenoscopia, seguido de la nefrolitotomía percutánea y la laparoscopia. Después de tratar la litiasis es fundamental intentar localizar las posibles causas que han provocado su formación, para así proponer al paciente unas pautas que puedan prevenir su recidiva, ya que entre un 35-50% de los pacientes pueden volver a padecer un cálculo urinario en los cinco años siguientes.